SEXTING
Los padres de una chica estadounidense de 14 años encontraron fotos de
ella desnuda en su ordenador. La chica admitió haberlas mandado a un
hombre de 37 años que había conocido en Internet. La chica estaba
enamorada de él, que vivía en otro Estado y que nunca se encontró en
persona con la chica. Este adulto se estaba comunicando con numerosas
adolescentes: la policía pudo indentificar a 8 ó 9 de ellas, con edades
entre los 12 y los 16, que la habían enviado imágenes sexuales. Al
parecer tomaba como objetivo chicas con problemas de imagen (muchas
tenían sobrepeso y problemas de piel) y las hacía sentir bien, según la
policía. El adulto, que tenía también cientos de fotos y vídeos de
pornografía infantil en su ordenador, fue condenado a 10 años de prisión.
GROOMING
Un individuo
se hacía pasar por el dueño de dos agencias de modelos para conseguir
fotografías de mujeres desnudas a través de Internet. Con tesón y con esos
ardides había logrado contactar con más de 400 mujeres, muchas de ellas menores
de edad y todas ajenas al engaño. La investigación policial comenzó a partir de
la denuncia de una de las víctimas, en concreto una menor de edad, a la Guardia
Civil. La chica explicó su caso a través del portal de colaboración ciudadana
alojado en la web del Grupo de Delitos Telemáticos del Instituto Armado y esta
denuncia desencadenó la operación «Fontana». El ahora detenido simulaba ser
responsable de dos prestigiosas agencias de modelos y creaba perfiles falsos en
la red social Facebook para dar credibilidad a sus supuestas exitosas empresas.
Contactaba con mujeres jóvenes a las que ofrecía participar en un «cásting»
para incluirlas posteriormente en un «book» de la agencia. Pero antes de que
llegara la publicación en el soñado catálogo, las chicas tenían que superar una
entrevista a través de la cámara web. En esta entrevista el individuo les pedía
que posaran cada vez con menos ropa para comprobar si sus cuerpos estaban «a la
altura» del inexistente álbum de la agencia. Al final acababan desnudándose.
Cuando el depredador conseguía alguna fotografía de las víctimas sin ropa, las
obligaba a realizar otros actos obscenos ante la cámara. Si las chicas se
negaban a sus exigencias, las amenazaba con difundir las imágenes ya obtenidas
dentro en su entorno familiar y social. En el registro que llevó a cabo la Guardia
Civil en su domicilio, se constató que utilizaba varios perfiles y cuentas de
correo electrónico falsos y se sospecha que podría haber utilizado otros
engaños para cometer el delito, tales como anuncios en distintos soportes
solicitando mujeres jóvenes como chicas de acompañamiento.