miércoles, 18 de enero de 2012

Casos reales.

SEXTING

Los padres de una chica estadounidense de 14 años encontraron fotos de ella desnuda en su ordenador. La chica admitió haberlas mandado a un hombre de 37 años que había conocido en Internet. La chica estaba enamorada de él, que vivía en otro Estado y que nunca se encontró en persona con la chica. Este adulto se estaba comunicando con numerosas adolescentes: la policía pudo indentificar a 8 ó 9 de ellas, con edades entre los 12 y los 16, que la habían enviado imágenes sexuales. Al parecer tomaba como objetivo chicas con problemas de imagen (muchas tenían sobrepeso y problemas de piel) y las hacía sentir bien, según la policía. El adulto, que tenía también cientos de fotos y vídeos de pornografía infantil en su ordenador, fue condenado a 10 años de prisión.

GROOMING

Un individuo se hacía pasar por el dueño de dos agencias de modelos para conseguir fotografías de mujeres desnudas a través de Internet. Con tesón y con esos ardides había logrado contactar con más de 400 mujeres, muchas de ellas menores de edad y todas ajenas al engaño. La investigación policial comenzó a partir de la denuncia de una de las víctimas, en concreto una menor de edad, a la Guardia Civil. La chica explicó su caso a través del portal de colaboración ciudadana alojado en la web del Grupo de Delitos Telemáticos del Instituto Armado y esta denuncia desencadenó la operación «Fontana». El ahora detenido simulaba ser responsable de dos prestigiosas agencias de modelos y creaba perfiles falsos en la red social Facebook para dar credibilidad a sus supuestas exitosas empresas. Contactaba con mujeres jóvenes a las que ofrecía participar en un «cásting» para incluirlas posteriormente en un «book» de la agencia. Pero antes de que llegara la publicación en el soñado catálogo, las chicas tenían que superar una entrevista a través de la cámara web. En esta entrevista el individuo les pedía que posaran cada vez con menos ropa para comprobar si sus cuerpos estaban «a la altura» del inexistente álbum de la agencia. Al final acababan desnudándose. Cuando el depredador conseguía alguna fotografía de las víctimas sin ropa, las obligaba a realizar otros actos obscenos ante la cámara. Si las chicas se negaban a sus exigencias, las amenazaba con difundir las imágenes ya obtenidas dentro en su entorno familiar y social. En el registro que llevó a cabo la Guardia Civil en su domicilio, se constató que utilizaba varios perfiles y cuentas de correo electrónico falsos y se sospecha que podría haber utilizado otros engaños para cometer el delito, tales como anuncios en distintos soportes solicitando mujeres jóvenes como chicas de acompañamiento.





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